sexta-feira, 29 de dezembro de 2006

Fiesta en Lisboa

En el Camino de Santiago conocí a Gianluigi Tosto, un actor toscano con el que compartí un par de días. Le perdí de vista y, al llegar a Santiago, mantuve la expectativa de encontrarle. Nada.
Él me había comentado que iría a Lisboa, al Teatro Nacional D. Maria, para representar monólogos de la Iliada, la Eneida y la Odisea.
Pasado poco más de un mes, a finales de noviembre, me acerqué a los ensayos y me dieron su contacto telefónico. Recuperamos la complicidad del pergrino en la primera conversación y me dio entradas para el estreno.
No me esperaba algo tan telúrico y auténtico. Fueron más de dos horas en un idioma que no dominaba, pero los registros de voz y los instrumentos antiguos con los que acompañaba su recitación, transmitieron emoción y energía; y yo me sentí como un espectador heleno de hace más de dos mil años, fascinado por las historias de Ulises, Aquiles, Dido, Eneas...
Quedamos para cenar, junto con el técnico de luces, el elegante Paolo Magni, con su preciosa y vitalista mujer, Serena, y su hija Ruggada. Cenamos en Luca, el restaurante de mi entrañable amigo donde me encontraba hospedado.
Esa noche comenté que me encantaría escuchar alguno de mis poemas recitados por Gianluigi, leí un par de ellos y se generó un entusiasmo contagiante. En los días siguientes quedamos varias veces para acabar traduciendo una docena de poemas.
Llegado a ese punto, me resultó evidente la necesidad de compartirlo. Así surgió la idea de hacer una fiesta de despedida, dís antes de embarcar para Brasil, donde se recitasen los poemas, en el bar marroquí de Luca.
Se organizó en apenas un par de días y viniron 35 invitados. Como no me apetecía que las personas pagasen la cena, ni yo costearla por entero, se me ocurrió hacer una subasta con cosas mías, más o menos personales e inútiles.
Se recitaron los poemas, mi querida Rita Graña en portugués, yo en español y Gianluigi en italiano. Mientras, Vasco Pinhol acompañaba a la guitarra. Las fotografías de la fiesta son todas de Vasco que une generosidad y talento, como pocas personas que conozco.
Una amiga de Gianluigi e Paolo, Angela, bailarina y coreógrafa, improvisó una danza sobre los acordes de un violín. Marta Cabaço hipnotizó a los presentes con su voz, ínterpretando a capela una canción tradicional portuguesa. Y la sensual Rute Maluma nos proporcionó un momento único con su manera personal de contornarse con la danza del vientre.
La subasta tuvo momentos delirantes. No sólo fue divertida, como dio para pagar la fiesta y el pasaje de avión.
Una buena despedida, sí señor.
In tempo de pazze...