quinta-feira, 4 de janeiro de 2007

Hoy me he dado cuenta
de lo ridículo que es el miedo
predecible.
Desde el alba
el cielo y el infierno
lo bello y lo feo
compiten por los colores
y los olores
de los supiros del Corcovado.
Lo rico ni siempre es apetecible
y lo pobre presenta policromías
inimaginables.
La alegría se viste de temores
y la tristeza se broncea
en Copacabana.
Estoy aprendiendo
a caminar sobre mosaicos
de expectativas blancas y negras,
mientras tú,
que me observas incrédula,
con la desconfianza de sentir
en esa piel de turista sin crema,
te sonrojas más con tus silencios
que con todo el sol de Ipanema.
Contigo miro el mar como un socorrista
de mí mismo.
Contigo salto las siete olas
con la esperanza de una mirada
puerilmente disfrazada.
Contigo salgo de la espuma
con la esperanza
y el miedo
impredecible
de sentirme bello
por el brillo de unos ojos
aceitunadamente adolescentes.


Rio de Janeiro, a 2 de Enero de 2007

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